voltaje como para producir grandes santos. Una generación de cristianos indulgentes e inocuos son un pobre ejemplo de lo que puede hacer la gracia de Dios cuando actúa poderosamente en un corazón humano. El acto carente de emoción de “aceptar al Señor” practicado entre nosotros conserva poca semejanza con las conversiones dramáticas del pasado. Necesitamos el poder que transforma, que llena el alma con una dulce intoxicación, que hará que cualquiera esté conmocionado por el amor de Cristo. Actualmente
Page 13